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NADAR

Aprendí  relativamente tarde (10 años) en el embalse de La Cuerda del pozo y durante muchos años  seguí haciéndolo allí y en el río Duero, casi siempre en verano, aunque en algunas ocasiones también me gustaba sentir los fuertes contrastes y si el día era soleado no me importaba hacerlo en diciembre o febrero.

Los baños en la naturaleza son los mejores: ríos y arroyos, embalses, lagunas en la montaña, playas amplias, calas íntimas,…

El estar inmerso en un medio líquido, con la posibilidad de flotar y desplazarse, suele ser una sensación agradable que nos hace revivir estados embrionarios y periodos primitivos de nuestra evolución. Cuando se hace en plena naturaleza, los sentidos se excitan y parece que los colores son más puros y que nos disolvemos con todo lo que nos rodea, piedras, plantas, pájaros o nubes. La Pacha-Mama nos acoge en su regazo, los astros nos miran y la Virgen nos da su bendición. ¡TODO ES UNO!

Las piscinas de verano también tienen agua, por supuesto, y a muchas personas les encantan, pero las que yo prefiero son las climatizadas de invierno,  ejercicio rápido quemando muchas calorías y  sin apenas sensación de esfuerzo para salir después a la calle relajado, limpio y fresco.

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