
YOGA
No sé exactamente qué vientos me empujaron en la adolescencia hacia el yoga de las asanas pero, en cualquier caso , les estoy muy agradecido. Con la ayuda de los textos y las imágenes de aquel primer libro del "círculo de lectores" empecé a darme cuenta de los enormes beneficios que a cambio de un poco de concentración y esfuerzo se podían conseguir y después, a lo largo de mi vida, siempre por mi mismo, sin clases ni academias, he seguido practicando, aunque de forma intermitente, con cierta regularidad. El control de la respiración, el trabajo de la columna vertebral, las posturas invertidas, la dieta... proporcionan un equilibrio y una flexibilidad tan fácilmente perceptibles que se recurre a ellos, tanto cuando las circunstancias son propicias, como cuando pensamos que nos pueden ayudar a aliviar alguna dolencia o malestar.
ZEN
El descubrimiento del budismo zen y la consecuente y continuada práctica del zazen (meditación sentado en la postura del loto o del medio loto, con la espalda erguida, fijando la atención de forma constante en la corrección de la postura y la fluidez de la respiración) supuso para mí una verdadera revolución personal.
En el plano mental- siempre preocupado por la filosofía y el sentido de la vida pero desorientado entre tanta gente que afirmaba con convicción ser falangista, liberal, socialista, comunista o anarquista- me sirvió para entender que las palabras, y por tanto las ideas, no sirven ni servirán nunca para explicar la gran verdad del aquí y ahora y que además, manejadas de forma inadecuada, obsesiva o malintencionada, pueden arrastrarnos a una absoluta confusión.
En el plano físico me aportó una fuerza de voluntad y un autocontrol que nunca hasta entonces había conocido.
La base teórica, que apenas me había preocupado porque en realidad no se necesita, me llegó años más tarde de la mano de un monje inglés al que conocí por casualidad en una cala de Menorca y con el que tuve trato varios años.
Me mostró la conexión del Zen japonés con el Chan chino y con sus raíces budistas de la escuela india Mahayana.
Aprendí de memoria partes de sutras y mantras (el Sutra del corazón o de la gran sabiduría, el de la compasión,…) que a día de hoy sigo recitando, aun convencido de que las explicaciones y las palabras mágicas no sirven de nada y de que lo único que hay es “mushotoku”, es decir, “nada que obtener”.
-¿Por qué tener apego a unos sonidos determinados o a la misma meditación si todo es mushotoku?
-Al pensar ordenamos ideas, palabras e imágenes como en una especie de juego de construcción en el que antes o después llegamos a paradojas y lugares inaccesibles; Afortunadamente más allá del pensamiento lógico está el ejercicio físico, el arte, la meditación, el juego, el sexo,…es decir la vida misma entre cuyos parámetros de miedo, deseo, curiosidad e ilusión nos movemos todos.



